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Y si mi hijo llega borracho a casa… ¿qué hago?

La adolescencia es una etapa de explorar los límites y, por tanto, en ese contexto puede producirse consumos experimentales de diferentes sustancias, pero ¿cómo actuar si mi hijo vuelve a casa y es evidente que ha bebido?

Este es un miedo muy habitual para todos los padres de adolescentes y una experiencia por la que la gran mayoría de ellos, antes o después pasarán. Debemos tener claro es que la adolescencia es una etapa de explorar los límites y, por tanto, en ese contexto puede producirse consumos experimentales de diferentes sustancias, pero ¿cómo actuar si mi hijo vuelve a casa y es evidente que ha bebido?

  • En primer lugar: mañana será otro día. Si mi hijo se encuentra bajo los efectos del alcohol en ese momento no tiene sentido intentar hablar con él o “echarle la bronca” en ese momento. Debemos garantizar su seguridad y meterle en la cama. Cualquier intervención en ese momento solo servirá para interferir con las posteriores.
  • Al día siguiente es importante hablar con él: averiguar si se trata de una conducta puntual o es habitual el consumir alcohol en sus ratos de ocio. Y hacerle entender las consecuencias que puede tener el consumo de alcohol tanto en el momento del consumo (desde tomar malas decisiones al coma etílico si el consumo es muy elevado) como a largo plazo sobre su salud física y emocional (deben ser conscientes de que su cuerpo y su cerebro aún se están desarrollando).
  • Compartir cómo nos hace sentir a nosotros como padres que él beba. Los adolescentes aún necesitan, ¡y mucho!, de sus padres. No hacer sentir decepcionados, tristes, preocupados a sus padres es un argumento que la siguiente vez que se encuentren en una situación donde hay alcohol van a valorar.
  • Replantearnos el ocio de nuestro hijo. ¿Tiene alguna afición? ¿practica algún deporte? ¿conozco a sus amigos? ¿compartimos algún ocio en familia? Si la respuesta a todas estas preguntas es negativa es momento de buscar alguna actividad de ocio y tiempo libre que pueda gustarle y que podamos compartir con él, así como hacer un esfuerzo por conocer a su círculo de amigos, que nos hable de ellos etc. La actividad física también es un factor de protección ante el consumo de alcohol.
  • Reflexionar sobre nuestro ejemplo como padres… ¿tenemos alguna actividad de ocio distinta al “ir de cañas” con amigos?

 

Es importante también que si existía explícitamente la norma de no beber alcohol haya alguna consecuencia al incumplimiento de la misma y ser conscientes que prohibir determinado grupo de amigos será contraproducente: les seguirá viendo igual y lo único que conseguiremos es que lo haga a escondidas.

En caso de que nuestro hijo en esta conversación nos hable de un consumo evasivo (bebo porque estoy triste, para huir de algún problema etc.) de manera habitual sí es conveniente alertarse (que no alarmarse) y consultar con un profesional de la psicología.

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